Muestra tus fracasos con orgullo

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Foto por Hans Gerwitz (Creative Commons)

Hace algunos meses un compañero de Universidad me llamó para comentar su situación, ya que había tenido que cerrar su empresa informática y estaba barajando varias posibilidades laborales. Quería que comentásemos qué tipo de currículum le recomendaba y que le echase un ojo a lo que había preparado para ver si era adecuado al puesto que quería conseguir.

Al ver su currículum, lo primero que me llamó la atención fue que había un espacio de cinco años en los que no había hecho nada.

- "¿Qué hiciste en este tiempo?" - le pregunté señalando la diferencia de fechas entre su último trabajo y la fecha actual.
- "Abrí mi empresa y creció durante tres años, hasta que los dos últimos fueron un desastre y tuvimos que cerrarla. No quiero que sepan que soy un fracasado." - contestó.
- "¿Prefieres que piensen que llevas cinco años sin tener contacto con un trabajo?" - respondí.

Mi buen amigo modificó su currículum incluyendo su empresa y preparando un discurso en el que explicaba las razones por las que creía que su empresa había tenido que cerrar. En este discurso comentamos que lo principal era que se percibiera que había una serie de factores externos (la crisis europea) e internos a la empresa y que la unión de ambos había provocado el desastre. No se trataba de justificarse y decir que todo era culpa de la crisis, sino que también asumiera parte de la responsabilidad en el no funcionamiento de la empresa.

En la cultura americana el fracaso es un valor añadido. Hay algunas cosas que tenemos que aprender de ellos y esta es una de ellas. En los expedientes americanos, los fracasos se indican también en el curriculum y de hecho suelen ser objeto de comentario en las entrevistas de trabajo. En Europa estamos acostumbrados a esconderlos y no hablar de ellos jamás… esa no es la manera de aprender.

Los fracasos son la forma más efectiva de aprendizaje. En nuestra cultura europea los fracasos están infravalorados y se consideran sólo como fracasos pero no como aprendizajes que es lo que realmente son.

También existe la exageración del tipo: Fracasa pronto. Fracasa rápido. Fracasa mucho.

Tenemos que tener en cuenta que el fracaso no es el fin, ni algo que tengamos que buscar de forma compulsiva, sino que debe de tratarse de algo que nos encontramos por el camino. La finalidad no es tropezar con todas las piedras del camino, sino entender que si tropezamos con una o dos, no es el fin del mundo y que sólo tenemos que seguir el camino prestando atención a dónde está el resto de piedras.

Si tienes un restaurante, por poner un ejemplo, no esta mal traer a trabajar a alguien que haya fracasado al abrir un negocio de restauración. Seguro que sabe lo que NO hay que hacer y escarmentara a tiempo a los demás antes de que los pequeños errores se conviertan en catástrofes. 

Hay que explicarle muy bien cual es el papel que va a desempeñar en la organización: será el pepito grillo, la voz de la experiencia, la mala experiencia, que mostrará a los demás lo que va mal. Debe de estar atento a todo lo que ocurre en la empresa y detectar los pequeños errores que pueden convertirse luego en grandes problemas.

También hay que hablar con los equipos y hablar de la experiencia que acumula. Debe de ser una referencia y alguien encargado de hablar con los recién llegados para explicarles dónde están las piedras y cómo reaccionar ante ellas para que no tropiecen todos y cada uno de ellos.

No está de más que se encargue de la elaboración de procedimientos que seguir para evitar esos errores antes de que siguiera ocurran, mediante sistemas que permitan rodearlos y seguir adelante.

La persona que ha tenido errores en su trabajo, ten por seguro que no los repetirá, a no ser que sea un kamikaze.

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