"Por mi como si se hunde la empresa ..."

Jason, Di & Pi in Monterey
Foto por Dean Johnson (Creative Commons)
Ya estamos en pleno verano y es el momento de desconectar durante unos días para coger energías renovadas y volver al trabajo al cien por cien de rendimiento.

Antiguamente, cuando no existían teléfonos móviles, ni wifi, ni portátiles ni tablets, era mucho más sencillo desconectar del trabajo: te marchabas de la oficina y allí acababa todo. Sin embargo hoy en día se puede mantener el negocio a distancia y eso puede ser una ventaja o una desventaja.

Hay dos posiciones demasiado en las Antípodas una de otra con las que me he encontrado estos días respecto a la gestión del tiempo en vacaciones.

Una cliente me decía la semana pasada que a partir del viernes se iba de vacaciones y me preguntaba por las mías. Yo le comentaba que me iré de vacaciones algunos días, pero que soy incapaz de dejar el teléfono y de leer el email al menos un par de veces al día desde el móvil o el portátil por si hay alguna gestión que necesite de mi intervención urgente. El caso es que cuando yo le contaba esto, ella me contestó muy airada “por mi como si la empresa se hunde. Yo voy a apagar el móvil y a mi que no me moleste nadie.” Esta sería una de las posiciones, la de la desconexión total caiga quien caiga.


Sin título
Foto por Charles Nadeau (Creative Commons)
La otra posición es la de algún que otro personaje que conozco del mundo empresarial, y que también me encuentro a veces en algunos hoteles, que pasan el día entero colgados del móvil o del portátil, y últimamente del tablet, hasta a las orillas de la piscina. En este caso puedo relatar lo que me ocurrió el verano pasado en un Resort bastante frecuentado por clientes ingleses. A mi lado había una pareja de mediana edad (unos 40-45 años) y sus hijos. La madre se esmeraba en jugar con los niños y bañarse con ellos en la piscina, mientras que el padre preparaba una presentación en la aplicación Keynote de su iPad. El caso es que los niños querían jugar con su padre, como era normal un domingo a las once de la mañana, pero la madre les insistía en que no molestaran a su padre. El colmo fue cuando el padre se levantó de la hamaca donde estaba “trabajando” para gritarles a los niños que la vacaciones las pagaba gracias al tiempo que pasaba con el iPad. No se como les sentaría a los niños, pero estoy seguro de que no entendieron muy bien esa expresión tan burda de la realidad que, aunque fuera así, podría haberse orientado de otra manera más acorde con la mente de un niño.

Existe un punto medio, que como siempre es la mejor solución.

No hay que aislarse como hacía mi buena cliente a quien no le importaba que la empresa, la que le da de comer y paga su hipoteca, se hundiese. Podemos poner un horario de atención a compañeros, como por ejemplo un par de horas por la mañana en las que tengamos el teléfono encendido y miremos tranquilamente el email. Yo suelo utilizar las primeras horas de la mañana. Por deformación profesional, suelo levantarme muy muy temprano y en ocasiones antes de que suene el despertador o salga el sol. El secreto está en acostarse temprano también. En esas circunstancias me doy una ducha rápida, salgo de la habitación y suelo ir al Business Corner del hotel (casi todos tienen algo parecido) donde se puede trabajar tranquilamente y disponen de conexiones para los ordenadores y demás parafernalia. Cuando han pasado un par de horas de trabajo me reincorporo a mis vacaciones. Las personas que me llaman al móvil escuchan un mensaje en el que les indico la fecha de vuelta y les invito a enviarme un email para que les podamos contestar a la vuelta. Este sencillo ejercicio me permite estar al día de lo que ocurre en la empresa y no perder completamente el contacto con los clientes.

happy family
Foto por Jorge Miente (Creative Commons)
Tampoco es necesario estar todo el día colgado del teléfono y de los ordenadores. De hecho, esto puede suponernos un estrés extra, dado que no todos los recursos de que disponemos el resto del año están a nuestra disposición en los meses de verano, en mi caso. Hay cosas que podemos resolver nosotros y otras que no es posible hacerlo hasta que volvamos a funcionar al 100%. Intentar resolver lo irresoluble hasta el fin de las vacaciones, generará un estrés en nosotros mismos, que se transmitirá a la familia y que es conveniente evitar tanto por la salud física como por la salud emocional de la familia.

No dejes de lado tu trabajo, pero tampoco te obsesiones. El descanso es necesario... y el trabajo también.

Por lo tanto, mi recomendación de lectura práctica para este verano es... 101 juegos de vacaciones en familia: Diversión para tus viajes, acampadas, fiestas y momentos de ocio


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