Controla al demonio que llevas dentro

When Electricity Goes Bad
Foto por David Becher (Creative Commons)

En una conversación difícil es importante controlar tus reacciones, al igual que en el resto de situaciones difíciles en el mundo. Unas de las cualidades de los líderes es el control de los conflictos, no reaccionar de forma airada y tener paciencia para analizar fríamente las circunstancias y llegar a análisis concretos para llegar a conclusiones correctas y no precipitadas.

Una de las pruebas que hay que pasar en algunas entrevistas de trabajo para puestos de dirección es la gestión de conflictos. Recuerdo a un amigo a quien marearon durante varios minutos antes de entrar a la entrevista y le hicieron volver en minutos para intentar aumentar su nivel de estrés. La única finalidad de esta táctica era comprobar cómo gestionaba el estrés. 

Todo necesita de un estudio previo y la mejor manera de evitar problemas es conocerse a si mismo. Haz un estudio de tus situaciones interpersonales: reuniones, conversaciones, etc. que sean susceptibles de generar un conflicto. Identifica tu comportamiento habitual: interrumpir, ser agresivo, pensar a corto plazo o llegar a conclusiones precipitadas.

Estos son tres comportamientos típicos en situaciones de estrés y que siempre intentan el mismo objetivo: eliminar la situación de estrés lo antes posible. 

La interrupción intenta acabar con los argumentos del otro mediante el fin de la conversación lo antes posible. No es un comportamiento adecuado ya que no hemos terminado de oír los argumentos del otro, y tal vez descubramos algún inconveniente que tiene que ponernos a nuestro discurso y que tal vez desconocemos. Por algo se nos dieron dos orejas y sólo una boca.

La agresividad intenta algo similar a lo anterior pero mediante la intimidación, asustar al otro y así conseguir que deje de plantear sus argumentos. Como ya dijimos en otro artículo anterior, el miedo no es una forma de gestionar nada.

Pensamiento a corto plazo o lo que se llama microgestión. Sólo nos ocupamos de resolver los síntomas de la enfermedad pero no la causa que produce la enfermedad. 

Sacar conclusiones precipitadas es otra forma más de terminar con los argumentos del otro, intentando llegar a conclusiones por el camino rápido y sin llegar a conocer todo lo que nos pueden plantear. El sistema de llegar al final por el camino más corto hace que lo más posible sea que no acertemos porque no conocemos todos los puntos de trabajo.

¿Cuál te gustaría que fuese tu reacción ideal? Si tu problema es interrumpir, piensa en una acción alternativa como por ejemplo convertirte en un oyente más comprometido y activo. Si sientes la irrefrenable necesidad de hablar, pregunta a tu interlocutor más detalles o anímale a seguir contándote más cosas. Muchas veces la mejor manera de desactivar a un interlocutor con gran cantidad de desacuerdos contigo es hacer que diga todo lo que tiene que decir. Tal vez haya algún detalle que se te escapa y que tiene una solución mucho más fácil de lo que parece.

Organiza tus días en función de los momentos que puedan suponer un problema para tu comportamiento habitual. Apunta las reuniones y conversaciones con tus colegas y clientes. Analiza detenidamente estas situaciones potencialmente conflictivas y prepárate mentalmente para ellas. El método ideal es la visualización. Si hay un compañero/a de trabajo a quien no soportas, visualízate hablando con el o ella en una actitud dialogante. Programa tus reuniones para el final del día o después de comer, cuando tu energía diaria se encuentre bajo mínimos, y también la de los demás. Así conseguirás menor posibilidad de conflicto.



Lectura recomendada: El manejo de la agresividad

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